Chistau Sabor surge de la herencia familiar.

Somos el legado de nuestras raíces.

Era un domingo de invierno y mi madre Mari Carmen, mi padre Germán y yo, estábamos apurando el Gyn Tonic de después de cenar mientras se apagaban las últimas brasas del hogar de nuestra casa.

-Mamá, quiero contaros una cosa.

¡Hola, soy Eva!

Esta es mi historia, la de mi familia y, también, la de nuestros patés.

Hace unos años que decidí dejar el estrés y la monotonía de la ciudad, liarme la manta a la cabeza y regresar a Saravillo, mi pequeño pueblo del Pirineo.

Tenía la receta de paté artesanal de mi bisabuela Teresa y su hija Generosa, la antigua cuadra de mi abuelo y muchas ganas de regresar a mi hogar y empezar a dar vida a una idea que, además de permitirme asentarme de nuevo en mi querido y salvaje valle pirenaico y  dotar a Saravillo, un pueblo de apenas 80 habitantes, de un nuevo lugar de reunión y encuentro.

¿Qué podía fallar?

La ilusión era tal que aquel fin de semana decidí contárselo a mi madre.

Mi madre

Ella siempre había querido montar un obrador de embutidos pero, al llegar mi hermana Gema y yo con apenas tres años de diferencia, aquel sueño se desdibujó entre un montón de pañales, biberones y paseos hasta el barranqué de Saravillo.

Mi madre es la persona más positiva, sonriente y comprometida que conozco y, supongo que un poco por eso y otro poco porque acababa de rescatar su sueño de juventud, aquella noche junto a aquella brasa sus ojos comenzaron a brillar con la misma intensidad con la que hoy me sigue mirando cada día que pasamos juntas en el obrador familiar, recreando la receta de su abuela y su tía.

Nuestro abuelo Ramón almorzando paté en Santa Isabel.

Mi bisabuela Teresa y la Tía Generosa

Mi bisabuela y su hija fueron dos de las cientos de mujeres del Pirineo que se vieron obligadas a emigrar a Francia durante los duros años de posguerra. Allí, a escasos 50 kilómetros de sus casas, servían en hogares de familias más o menos acaudaladas a las que los desastres de la última guerra ni siquiera les eran ya familiares.

De aquellos años, se trajeron muchas historias, un carácter -si cabe- todavía más preparado para sobrevivir al mundo y, también, la receta mágica del paté que hoy es la base de nuestro negocio familiar.

¡Ay, si hubieran podido estar aquella tarde junto al fuego!

Casa Chaime se pone en marcha

Cuando se apagó la última brasa de aquel fuego, la maquinaria familiar comenzó a funcionar. Mi padre empezó a rehabilitar la antigua cuadra de mi abuelo Ramón. Yo dejé mi trabajo para poner todas nuestras energías en la larga y tediosa parte burocrática, a la vez que trabajábamos con mi familia en darle forma al que terminó siendo el espacio degustación de mis sueños.

Como a todos, el confinamiento nos pilló en el peor momento, pero supimos darle la vuelta y aprovecharlo para crear la terraceta en la que, desde julio de 2020, vemos sonreír y disfrutar a amigos, vecinos y visitantes.

Los patés son, a día de hoy y por derecho propio, el elemento sobre el que gira toda nuestra idea pero, más pronto que tarde, la familia Chistau Sabor se hará todavía más grande. Te invitamos a que nos sigas en redes sociales para que no se te escape ni una de las delicias que están por llegar.

 

SARAVILLO: NUESTRA CASA

Te encuentras en el centro del Pirineo, en el Valle de Chistau, el valle escondido. 

Vertebrado por el río Cinqueta, el Valle de Chistau está protegido en su cabecera por el Parque Natural Posets-Maladeta, un territorio salvaje de un valor natural y geológico incalculable, en el que valles y montañas se salpican de bordas, cabanas y verdes prados.

Un paisaje de ensueño en el que naturaleza y ser humano conviven en perfecta armonía. Leyendas, costumbres y tradiciones vivas que hacen del Valle de Chistau un lugar mágico y único.

Sus pequeños pueblos, con sabor a pasado, merecen un alto para contemplar su arquitectura y contactar con sus gentes, quienes conservan costumbres ancestrales y una lengua propia, el Chistabín, nombre que recibe el dialecto del aragonés hablado en el valle.

Ubicado entre las faldas del Mobisón y Punta Llerga está Saravillo, el único pueblo del Valle de Chistau que se encuentra en la margen izquierda del río Cinqueta.

Saravillo es la puerta al macizo de Cotiella, un curioso sistema calcáreo de gran valor geológico y natural, cuya cumbre del mismo nombre alcanza los 2.912 metros de altura.

Desde Saravillo parte también la pista de acceso al Ibón de Plan o Basa de a Mora, uno de los ibones más bonitos del Pirineo y una de las mejores excursiones del Valle de Chistau. ¡Y para todos los públicos!

Si tienes pensado subir al Ibón de Plan, puedes parar a visitarnos, y meter en la mochila una buena barra de pan, una rica cerveza artesana y algunos patés Chistau Sabor para que tu visita a la Basa de la Mora tenga todavía un sabor más auténtico.

¡Eso sí! recuerda, por favor, llevarte contigo todo lo que has llevado. El Ibón de Plan es un lugar mágico y hermoso que debemos proteger y cuidar para que pueda seguir siéndolo durante mucho, mucho tiempo.

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